Nuestro adversario el diablo
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Monseñor Alonso Uribe Jaramillo
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Nuestro adversario el diablo – Libro
Autor: Monseñor Alonso Uribe Jaramillo
Detalles del Producto:
Editorial: – Lenguaje: Español ISBN-13: 958-827-904-6
Las estrategias de nuestro adversario el diablo
Aquí encontrarás algunas de ellas:
1. Nuestro enemigo el diablo es el padre de la mentira.
“Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira” (Juan 8:44).
2. Él ciega las mentes de los incrédulos.
“El dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo” (2 Corintios 4:4).
3. Él se disfraza con trajes de luz y justicia.
En 2 Corintios 11:13-15 Pablo dice que algunas personas se están haciendo pasar por apóstoles y no lo son. Se explica así: “Pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz. Por tanto, no es de sorprender que sus servidores también se disfracen como servidores de justicia”.
En otras palabras, Satanás tiene sirvientes que profesan verdad suficiente para unirse a la iglesia, y desde el interior enseñar lo que Pablo llama “doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1). Jesús dice que son como lobos con piel de oveja (Mateo 7:15). Hechos 20:30 dice que no perdonan al rebaño sino que alejan a la gente para destrucción. Sin el don de discernimiento de Dios (Filipenses 1:9), nuestro amor será llevado a la tontería.
4. Satanás hace señales y maravillas.
En 2 Tesalonicenses 2:9, los últimos días se describen así: “La venida del sin-ley es por operación de Satanás, con todo poder, y con señales y maravillas de la mentira”. Esa es mi traducción incómoda. Algunos lo traducen: “con falsas señales y maravillas”. Pero esto hace que las señales y maravillas se vean irreales. De hecho, algunas personas dicen que Satanás solo puede falsificar milagros. Lo dudo. E incluso si es verdad, su falsificación va a ser lo suficientemente buena para parecer real a casi todo el mundo.
Una de las razones por las que dudo que Satanás solo puede fingir sus milagros es que en Mateo 24:24 Jesús describe los últimos días de esta manera: “Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos”. No hay ningún indicio de que estas “señales y maravillas” sean trucos.
Deja que tu confianza se base en algo mucho más profundo que cualquier supuesta incapacidad de Satanás para hacer señales y maravillas. Las verdaderas señales y maravillas al servicio de afirmaciones anticristianas no prueban nada, incluso cuando se hacen “en el nombre de Jesús”. “Señor, Señor, ¿no hicimos muchos milagros en tu nombre?”. A lo que Jesús les responderá: “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:22-23). El problema no era que las señales y maravillas no fueran reales, sino que estaban al servicio del pecado.
5. Satanás tienta a la gente a pecar.
Esto es lo que hizo sin éxito con Jesús en el desierto; quería que abandonara el camino del sufrimiento y obediencia (Mateo 4:1-11). Esto es lo que hizo con éxito en Judas en las últimas horas de la vida de Jesús (Lucas 22:3-6). Y en 2 Corintios 11:3, Pablo advierte en contra de esto a todos los creyentes: “Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestras mentes sean desviadas de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo”.
6. Satanás arranca la palabra de Dios del corazón de la gente y ahoga la fe.
Jesús contó la parábola del sembrador en Marcos 4:1-9. En ella, la semilla de la palabra de Dios se siembra, y algunas semillas caen en el camino y las aves rápidamente las toman. Se explica en el verso 15: “Viene Satanás y se lleva la palabra que se ha sembrado en ellos”. Satanás arrebata la palabra porque odia la fe que produce la palabra (Romanos 10:17).
Pablo expresa su preocupación por la fe de los tesalonicenses así: “Por eso también yo, cuando ya no pude soportar más, envié para informarme de vuestra fe, por temor a que el tentador os hubiera tentado y que nuestro trabajo resultara en vano” (1 Tesalonicenses 3:5). Pablo sabía que el designio de Satanás era ahogar la fe de las personas que han oído la palabra de Dios.
7. Satanás causa algunas enfermedades y dolencias.
Jesús sanó una vez a una mujer que estaba encorvada y no podía enderezarse. Cuando algunos lo criticaron por hacer eso en sábado, dijo: “Y ésta, que es hija de Abraham, a la que Satanás ha tenido atada durante dieciocho largos años, ¿no debía ser libertada de esta ligadura en día de reposo?” (Lucas 13:16). Jesús vio a Satanás como el que había causado esta enfermedad.
En Hechos 10:38, Pedro describe a Jesús como uno que “anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo”. En otras palabras, el diablo a menudo oprime a las personas con enfermedad. Esto también es uno de sus designios.
Pero no cometa el error de decir que toda enfermedad es la obra del diablo. Es cierto, aun cuando un “aguijón en la carne” es el diseño de Dios para nuestra santificación, también puede ser el “mensajero de Satanás” (2 Corintios 12:7). Sin embargo hay otros casos en los que la enfermedad es exclusivamente atribuida al diseño de Dios sin hacer referencia a Satanás: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Juan 9:3). Jesús no siente la necesidad de mencionar a Satanás como el culpable de sus propios diseños misericordiosos.
8. Satanás es un asesino.
Jesús dijo a los que estaban planeando matarlo: “Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. El fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad” (Juan 8:44). Juan dice: “No como Caín, que era del maligno, y mató a su hermano” (1 Juan 3:12). Jesús le dijo a la iglesia sin mancha en Esmirna: “He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel… Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida (Apocalipsis 2:10).
Para decirlo sencillamente, Satanás está sediento de sangre. Cristo vino al mundo para que tengamos vida y la tengamos en abundancia (Juan 10:10). Satanás viene para deshacer la vida dondequiera que puede y al final hacerla eternamente miserable.
9. Satanás lucha contra los planes de misioneros.
Pablo dice cómo se vieron frustrados sus planes misioneros en 1 Tesalonicenses 2:17-18: “Estábamos muy ansiosos, con profundo deseo de ver vuestro rostro… pero Satanás nos lo ha impedido”. Satanás odia el evangelismo y el discipulado, y él va a poner todo obstáculo que pueda en el camino de los misioneros y las personas que tengan un celo por la evangelización.
10. Satanás acusa a los cristianos delante de Dios.
Apocalipsis 12:10 dice: “Y oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche, ha sido arrojado”. La derrota de Satanás es segura. Pero sus acusaciones no han cesado.
Es lo mismo con nosotros como lo fue con Job. Satanás le dice a Dios sobre nosotros: “En realidad no te aman; aman tus beneficios”. “Extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene[n], verás si no te maldice[n] en tu misma cara” (Job 1:11). “Su fe no es real”, dice Satanás. Él nos acusa delante de Dios, como lo hizo con Job. Pero es una cosa gloriosa que los seguidores de Jesús tienen un abogado que “vive perpetuamente para interceder por ellos” (Hebreos 7:25).
Monseñor Alonso Uribe Jaramillo
LA MAYOR ARGUCIA DEL DIABLO
Damaso Zahringer escribe en Mysterium Salutis: “Más de una vez se ha dicho, y no sinrazón, que la primera y mayor argucia del diablo consiste en negarse a sí mismo; que el mejor presupuesto para que él logre sus objetivos es poner en duda o negar su existencia”. Esto es muy cierto y hay que reconocer con dolor que el diablo ha contado en esta táctica con muchos “idiotas útiles”, aún entre teólogos y predicadores.
Aquí en Colombia se ha publicado y se ha dicho mucho, aún por televisión, en contra de fa existencia del demonio. Por eso no es extraña la actitud de burla con la cual muchos reciben la afirmación emitida de la existencia y de la realidad demoníaca.
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