Novena a San Antonio Padua

Novena a San Antonio Padua

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Descripción

Novena a San Antonio Padua

Anécdotas de san Antonio de Padua

San Antonio de Padua es conocido en todo el mundo con el calificativo de taumaturgo, que quiere decir el que “obra milagros”, porque durante su vida Dios realizó a través suyo numerosos prodigios. Aquí te relatamos sólo diez de los muchos que nos han llegado a través de los siglos.

1. Los gorriones encerrados

Fernando (su nombre de bautismo) era un niño muy obediente, tanto con Dios como con sus papás terrenales. Por esa razón su Papá del cielo un día lo premió.

Era la época en que los gorriones en bandadas hacían estragos en los trigales, y el padre de Fernando le había dado la tarea de cuidar el campo de los pájaros en su ausencia.

El niño contento obedeció, pero en un momento sintió un fuerte deseo de ir a rezar en la iglesia. Entonces llamó a todos los gorriones y los encerró en una habitación.

Cuando llegó su padre se enojó mucho al ver que Fernando no estaba en el campo y lo llamó para reprocharle, pero el niño le aseguró que los pájaros no comieron ni un grano de trigo y lo llevó hasta donde estaban encerradas las aves, y las soltó. El padre, maravillado, abrazó muy fuerte a su hijo.

2. Tormentas del diablo

San Antonio, como muchos grandes santos, era perseguido por el demonio, enojado porque le quitaba muchas almas. Por lo tanto siempre buscaba molestarlo cuando predicaba.

Un día, cuando el santo predicaba en la ciudad de Limoges, en Francia -al aire libre, porque la iglesia no podía contener toda la gente que había ido a escuchar su predicación-, de repente el cielo se nubló amenazando con una terrible tormenta.

El público comenzó a marcharse y Fray Antonio los llamó asegurando que no les caería ni una gota. Y así fue, llovió fuertemente alrededor de la gente, dejando completamente seca la parte donde ellos estaban. Al final de la predicación, todos los que asistieron alabaron al Señor y dieron gracias por lo que acaban de presenciar.

3. La mula de rodillas

Este es uno de los milagros más conocidos de san Antonio. Una vez, encontrándose en Rimini, el santo trató de convertir a un hereje. Discutían sobre la real presencia de Jesús en la Eucaristía.

El hereje, llamado Bonvillo, lanza el desafío al fraile afirmando: si tú, Antonio, lograras probar con un milagro que en la Comunión de los creyentes está, velado, el verdadero cuerpo de Cristo, yo renunciaré a cada herejía y abrazaré sin demora la fe católica.

Antonio acepta el desafío.

Entonces Bonfillo, dice: «Yo tendré encerrada mi mula por tres días privándola de comida. A los tres días, la sacaré ante la presencia del pueblo y le dejaré el heno listo para que coma. Tú mientras tanto estarás por el otro lado con aquello que afirmas ser el cuerpo de Cristo. Si el animal incluso hambriento rechaza el alimento y adora a tu Dios yo creeré sinceramente en la fe de la Iglesia».

Antonio celebró la misa delante de la muchedumbre y luego con suma reverencia acercó el cuerpo de Cristo ante la mula hambrienta y al mismo tiempo Bonfillo le enseñó el heno.

Entonces san Antonio ordenó al animal: «En virtud y en nombre del Creador, que yo, por indigno que sea, tengo de verdad entre mis manos, te digo, oh animal, y te ordeno que te acerques rápidamente con humildad y le presentes la debida veneración…«.

El santo ni siquiera había acabado estas palabras cuando el animal, dejando a un lado el heno, inclinándose y bajando la cabeza, se acercó arrodillándose delante de la Eucaristía.

Una gran alegría contagió a los fieles y el hereje renegó de su doctrina en presencia de toda la gente y se convirtió a la fe católica.

4. Genuflexiones extrañas

Un día, san Antonio se cruzó en la calle con un hombre famoso por su vida disoluta. Al verlo inmediatamente le hizo una genuflexión, llamando la atención del hombre. Y así lo hizo las varias veces que lo encontraba.

El hombre, molesto porque pensaba que se estaba burlando de él, irritado le dijo: “ Si no terminas de burlarte de mí, te atravesaré con mi espada”, a lo que respondió el santo: “Oh glorioso mártir de Dios, acuérdate de mí cuando estés en el paraíso”. El hombre al oír sus palabras se echó a reír.

Años después el pecador estando en Palestina se convirtió, predicó su fe a los sarracenos y fue martirizado, cumpliéndose la profecía del santo.

5. La predicación a los peces

En una ocasión, cuando un grupo de personas impedían al pueblo acudir a sus sermones, san Antonio se fue a la orilla del mar y empezó a gritar: “Oigan la palabra de Dios, ustedes los peces del mar, ya que los pecadores de la tierra no la quieren escuchar”.

Mientras hablaba, los peces empezaron a unirse y a acercarse a él, sacando sus cabezas fuera del agua para escuchar atentos las palabras del fraile que los invitaba a alabar a Dios, creador del agua en la que encontraban su alimento y vivían en serenidad.

Maravillados, los pescadores corrieron a la ciudad a contar lo que apenas habían visto a los habitantes de la aldea, y con ellos, también los herejes, se arrodillaron escuchando las palabras de Antonio.

SOBRE ESTE LIBRO:

San Antonio, glorioso por tus milagros, que tuviste la dicha de tener en tus brazos a Jesús, pide de su bondad la gracia que ardientemente deseo en lo íntimo de mi corazón. Tú que fuistes bondadoso con los pobres pecadores, no mires a los pecados de quien te ruega, sino a la gloria de Dios y a la salvación de mi alma. Como prenda de mi gratitud, te prometo llevar una vida conforme a las enseñanzas del Evangelio: Bendice esta promesa que hago, y concédeme la gracia de ser fiel a ella hasta la muerte. Amén.

Novena a San Antonio Padua

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