La Nueva Primavera. Dr Ricardo Castañon

La Nueva Primavera. Dr Ricardo Castañon

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Descripción

La Nueva Primavera.

Autor: Dr. Ricardo Castañon.

Hablar de conversión de un científico es hablar del poder de la acción salvadora de Dios.

¿Cómo explicamos lo que es la conversión?

¿Qué significa exactamente convertirse?

Para hablar de la nueva primavera de la vida, necesitamos convertirnos.  Convertirse, para san Pablo, no consistió solamente en renunciar a sus opiniones y cambiar de conducta, sino en renunciar a la imagen que tenía de sí mismo, en morir a sí mismo para revestirse de Cristo.

No pasó únicamente del estado de fariseo al de cristiano practicante biempensante. Se convirtió en una “criatura nueva en Cristo” (2 Co 5, 17).

Así es con cada cristiano.

La conversión es entrar en comunión con Dios

La llamada de Cristo a la conversión es una invitación a entrar en comunión con Él hasta el punto de poder decir con san Pablo: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (Ga 2, 20).

Desde su conversión, esta es la única cosa que contaba verdaderamente a los ojos de san Pablo. Ni la circuncisión ni la ley ni las obligaciones alimentarias, sino Cristo.

La vida cristiana es básicamente un proceso de conversión. Se trata de liberarnos de toda forma de esclavitud para parecernos cada vez más a Dios mismo, que nos creó a su imagen y semejanza.

La vida cristiana consiste en convertirnos hasta el punto de volvernos cada vez más hombres y mujeres evangélicos, viviendo en este mundo “a imagen y semejanza de Dios”.

Dos palabras para hablar de conversión

Así que lo esencial de la conversión cristiana puede decirse en dos palabras: divinización y liberación. Convertirnos es unirnos a Dios y liberarnos de lo que le es contrario.

Conversión como divinización

El Oriente cristiano no duda en hablar de “divinización” para expresar esta vocación cristiana.

Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios”, dijo san Ireneo de Lyon (siglo II).

San Atanasio de Alejandría (siglo IV) añadió: “Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios”.

Incluso santo Tomás de Aquino (1225-1274) coincidió: “El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres”.

El pecado de Adán y del hombre condenó ese plan original, pero la obediencia de Cristo hasta la Cruz lo restableció. En Cristo, llegamos a “participar de la naturaleza divina” (2 P 1, 4).

Ciertamente, no somos divinos desde el punto de vista de la naturaleza –seguimos siendo humanos–, pero lo somos desde el punto de vista de la vida divina que fluye en nuestra alma desde el bautismo.

Dios nos unió a su propia vida. La gracia que desborda en nuestra alma es una participación en su propia vida.

Una conversión es una liberación

Saulo, que pensaba llegar orgullosamente a Damasco para hacer cautivos allí a los discípulos de Cristo, debió, tras su encuentro con Jesús, hacer su entrada en la ciudad ciego y guiado de la mano.

Fue necesario que su “ego” fuera roto para que su “yo profundo” pudiera emerger. Fue necesario que el fariseo que era fuera “crucificado” con Cristo para poder resucitar cristiano.

Las dificultades de convertirse

En el tercer relato de su conversión, en el capítulo 26 de los Hechos de los apóstoles, hay un detalle que nos indica cuán duro debió ser el combate con Dios para Saulo. Convertido en cristiano, cuenta esta frase que le dijo Cristo en el camino:

“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Te lastimas al dar coces contra el aguijón”.

Dar coces contra el aguijón es lo que hace un buey cuando se niega a avanzar aunque reciba la aguijada del boyero. Jesús compara así a Saulo con un buey que resiste y se hace daño a fuerza de resistirse.

La conversión cristiana no es solamente una conversión moral o una liberación del pecado (Pablo no nos dice: “antes obraba mal, ahora hago el bien”); es una conversión que afecta a todo nuestro ser personal en lo más profundo, una liberación con respecto a todo aquello que, en nuestra persona, se resiste a Dios. Esto es lo que llamamos la nueva primavera de la vida.

 

Sobre este libro: La Nueva Primavera

Este es un libro de análisis y reflexión sobre el comportamiento del hombre moderno que se prepara a recibir el nuevo siglo.

Un libro excelente de alguien que fue ateo, se convierte y sigue siendo un científico pero ahora con el regalo de la fe.

Es elaborado por un grupo de personas, la mayoría científicos, que se interesan en el crecimiento espiritual y humano del hombre.

Los temas han sido elaborados con el ánimo de invitar a la meditación y, en lo posible, a un cambio de actitudes. Esperamos que usted, amable lector, encuentre en estás páginas, algunas gotas de agua fresca, con las cuales pueda apagar su sed de sentido y significado trascendente.

La Nueva Primavera.

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