El Matrimonio no es una Cruz

El Matrimonio no es una Cruz

Una de las cosas que más me impresionan en la vida, es ver cómo cambia la gente. Especialmente cuando se trata de cambios tan notorios en el ser y actuar; como cuando se pasa de novia a esposa o de novio a esposo. Uno se da cuenta de muchas cosas y aprende de tanto ver, de tanto repetirse la lógica y las experiencias a nuestro alrededor…

En el momento mismo del acto del matrimonio, cada cónyuge recibe en su corazón a la otra persona, para venir a ser uno solo con ella. Hasta ahora él (o ella) estaba acostumbrado a pensar en sí mismo, a decidir en singular, y a buscar el bien propio. Pero ahora todo se muda, todo debe ser creído y decidido en plural, pero en unidad, por causa de que los dos son ahora la unidad.

Cuando un joven se prepara para el matrimonio, no se le dice que ha encontrado a la persona ideal, al mejor partido. ¡No! ¿Qué le dice el sacerdote? “Has encontrado tu cruz. Y es una cruz para ser amada, para ser llevada, una cruz que no deberás desechar, sino querer tiernamente.”

El matrimonio «es símbolo de la vida, de la vida real», y afirmó que «no es una novela», sino que es el sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia, «un amor que encuentra en la Cruz su prueba y su garantía».

El matrimonio es una bella experiencia de encuentro con Jesús, que toda pareja debe tener. Cuan­do uno ha soltado la cruz, nada queda, todo se ha perdido, porque se ha soltado a Jesús, se ha perdido a Jesús.